La Batallona 2016 será recordada por su asfixiante calor, mucho calor y mucha humedad para la altitud y medio en el que se desarrolla esta prueba sin igual. Hablamos de 26 grados a las 10:45 a algo más de 1700 metros sobre el nivel del mar.
Tras el minuto de silencio, atruenan los himnos de ambos equipos, gaitas en ristre y mano en el pecho. Los pelos ya están como escarpias viendo como se las gastan los Astures, los de la tierrina son muy buenos en esto.
Sin más preámbulo, arrancamos a correr en una bajada que nos hace ir rápido y que nos da confianza. (A mi demasiado, a la vista de lo entrenado o nada entrenado que vengo) pero el paraje es espectacular y aquí se viene a disfrutar.
En apenas 7 minutos hemos recorrido 1800 metros y llegamos al primer lago y la primera rampa. Con las pulsaciones a tope, me he propuesto bajarlas según subo sostenido y relajando la respiración. Nada de esto ocurre y estoy ya en 180 pulsaciones y subirán todavía algo más, a pesar de los esfuerzos por recuperar la calma.
Cuando veo que el pulso baja un poco, vuelvo a trotar, pero es imposible no estar en 185 ppm, a este ritmo no llego ni al siguiente kilómetro, así que decido caminar y relajarme. En los próximos minutos me dedicaré a intentar bajar el pulso... sin conseguirlo apenas.
Me veo que no termino de arrancar, que el cuerpo no quiere y que las piernas no tienen fuerzas, no sujetan en las bajadas y no me aúpan en las subidas, por lo que tengo que decidir algo rápidamente.
La decisión que tomo es sencilla: decido relativizar los problemas y de momento no lucharé contra el crono, aguantaremos la tormenta y una vez pasada, aprovecharemos los buenos momentos que pueda tener para apretar, sobre todo al final, así tendré opciones de adelantar a algún corredor que no haya dejado para el final.
Así, combinando trote y caminata, llego al primer avituallamiento en medio de la verde pradera astur, bebo un poco de agua y el resto lo echo a la riñonera que me traje con gran acierto. Como veo que no termino de arrancar y el calor me hace mucha mella, decido tomar un gel que traje por la misma razón. No servirá de nada...
Voy fundido literalmente y no puedo pensar que me quedan 18 km porque no llego, así que pienso que me quedan 4 km para el siguiente y que voy a intentar llegar. También me empiezo a plantear seriamente abandonar, por lo que cada poco tiempo me voy chequeando mentalmente para asegurarme no correr riesgos innecesarios. Lo peor, el pulso, no baja de 170 ppm y me animo pensando que estoy dando el máximo.
El siguiente tramo, para mi tranquilidad es más técnico, y aunque hay que tener un pelin de cuidado, me permitirá bajar el pulso pues con seguridad encontraré tapón,
Mis sospechas se confirman, pues aunque salí de los primeros y pude adelantar gente en los 2 km iniciales, después me adelantó un montón de gente en cuanto paraba a caminar para rebajar pulsaciones. Aprovecho este tramo para beber todo lo que puedo, pues en apenas 1-2 km hay avituallamiento y llenare el botellin.
Tras parar en el km 9, continuo a sabiendas de que los próximos km los pasaré mejor, que habrá sombra y que al menos el sol no sufriré tanto. El camino se pone divertido ahora, convertido en una senda que desemboca en una pista llena de piedra suelta que pica hacia abajo y permite ir algo más tranquilo.
Voy algo más relajado, camino de Valle de lago, mirando el pulso esta vez a niveles mas normales cuando de repente me pego un resbalón me doy de bruces contra el suelo, no será la única vez.
Me doy cuenta de que las piernas no tienen las fuerzas suficientes, no ya para apretar, sino para sujetarme, razón por la cual no puedo bajar con comodidad cuando la pendiente es más acusada. Culpa de ello serán dos torceduras serias en ambos tobillos, una de ellas dolorosa de primeras en la que pensé que me había hecho mucho daño.
He de decir que, a pesar de que nadie nos jugamos nada, muchos corredores pasaron y pocos fueron los que se interesaron, y creo que en un ambiente hostil como puede ser la montaña esta actitud nos puede jugar malas pasadas.
Al llegar a Valle de Lago, repostamos rápido, me veo con algo de gasolina, aunque no mucha y decido ir tirando poco a poco, guardar las balas para los 3 últimos km en los que un par de repechos pueden hacer mella a quien haya quemado las naves antes de tiempo.
Empiezo a adelantar gente poco a poco, veo que voy a terminar bien aunque la marca no sea la mejor, y así con el animo arriba voy avanzando.
Poco a poco, vamos llegando a Pola de Somiedo, entre caminos y pistas sombríos pero jalonados por ratos de sol. Llego al km 20,paro un minuto, bebo agua y guardo el sobrante, todavía me hará falta agua y no quiero sustos.
Me adentro en un camino que pica hacia abajo bastante, que tiene barro y que normalmente resbala, con cuidado llego abajo, al llano, y ahora este tramo me lo sé de memoria. Delante mio viene un hombre que podría ser mi padre, con buena velocidad de crucero y con algo de fuerzas para el final según aparenta, trato de pegarme a él para adelantar de golpe a media docena de astures fundidos literalmente por el calor.
Me veo mentalmente fuerte pero físicamente muy mermado, el hombre se para en el repecho, no contaba con ello pero paro con el. Al volver la cabeza viene otro señor por detrás corriendo con ánimo también de pararse... yo he oido gente delante que no veo y quiero más... Arranco de nuevo...
Efectivamente, al girar cojo la carretera que baja de Valle de Lago a Pola de Somiedo me dice un Agente Medioambiental que me quedan 1500m... tiene razón y... veo gente, mucha gente, son por lo menos 8...
Los adelanto a todos y antes de enfilar la primera curva de Pola, he adelantado al noveno en la recta, corro como no he corrido nunca, pensando que pude haberlo dejado al principio y decidí seguir, miro el reloj y veo el pulso literalmente desbocado... veo otros cuatro corredores antes de entrar en meta bajo el sonido de las gaitas y el gentío llego al puente, busco a Irene y no la veo, giro a la derecha, aprieto aún más para cruzar la meta de una carrera que es algo más que una carrera, que me cura el alma y me conecta con mi yo profundo. Esto es lo que quiero hacer.
Pd: creo que esta carrera tan especial les debe una a los Montaraces del Norte, creo que hicieron mucho en las dos primeras ediciones para que la popularidad de esta singular fiesta del deporte tenga la repercusión actual, entre ellos destacan dos: Eduardo Flecha Perez y Pablo Real Fernandez, serian, con todos mis respetos los mejores capitanes que León pudiera tener.