sábado, 19 de diciembre de 2015

I BIOSFERA TRAIL, EL PRINCIPIO DEL COMIENZO...

... o como jugarse el pellejo cuando no estás preparado.



Tras la citada excursión con amigos del trabajo al Fontañán, decido hacer caso a Eduardo Flecha y probar la idea de correr (o intentarlo) por la montaña. Así, tras superar unas molestias y posteriormente salir a rodar durante dos semanas, decido personarme en el pueblo leonés de Ciñera de Gordón, a correr la primera edición de Biosfera Trail, una carrera que discurre por la Reserva de la Biosfera Alto Bernesga, lo cual no hubiese hecho de haber escuchado al compañero Flecha y haber tenido en cuenta que superar 4400 metros de desnivel no son subir las escaleras de casa.

La carrera en Ciñera de Gordón, pequeña población minera, cuenta con un recorrido duro (el más duro para una carrera de 28 kms), diseñado por Pablo Tejerina, en el que se suben varios picos y se superan los 4400 metros de desnivel acumulado). Decido pues, salir tranquilo y a mi ritmo, en el único acto de sentido común que tendré este día.

A las 9:00 de la mañana se da la salida y la primera tachuela para mí ya resulta ser casi un puñal en el pecho. Tras una pequeña subida las pulsaciones ya van fuera de sí pero una ligera bajada seguido de un tramo llano que nos lleva a una gravera me permitirán tomar un pequeño respiro, y quizá el ultimo, de toda la mañana (y parte de la tarde).

Ya en la subida a la Peña Colorada empiezo a pasarlo un poco mal, cuando veo que gente que me dobla la edad que me adelanta y tan sólo va caminando y charlando tranquilamente. Llevamos apenas 4 kilómetros... si no menos. El primer avituallamiento está en el km 7,5 y hasta ahí pensaba llegar entero... tocará sufrir. El siguiente avituallamiento no lo veré hasta el km 14 y para ello habrá que subir al Cueto San Mateo, techo de esta carrera a 1595m.

Vengo muy muy cansado de la Peña Colorada y el pasar un bosque previo al Cueto San Mateo me hace tomar un respiro al ser un tramo más tranquilo y no ver al gigante que me espera después. A estas alturas ya me he encontrado al que será mi compañero hasta meta, Carlos Manuel Roca.

Llegamos a la base de lo que será la cima de carrera y vamos hechos polvo... nos cruzamos con gente de la organización que nos propone abandonar pero... para mí no es el día... aunque visto con la perspectiva del tiempo quizá hubiese sido lo mejor,  no estábamos preparados y a dia de hoy lo sabemos.

Llegamos a la cima del Cueto y observamos el paisaje... minas a cielo abierto delante y Picos de Europa a nuestra espalda... el sufrimiento ha merecido la pena, esto me llenará dias, semanas, incluso meses después de terminar.

Bajamos a Santa Lucía, al colegio donde los lugareños nos obsequian con viandas y cariño, nos llenan las mochilas y nos dan ánimo. La mitad está hecho.

Lo siguiente será empezar a subir, para volver a bajar pues esta carrera no da respiro. Entramos en la galería minera, y pienso en la sorpresa que prometía el organizador, es ésta. El siguiente objetivo es el km 18 y será en el Faedo, el bosque mejor conservado de Europa, doy fe.


Siguiente objetivo; llegar al km 21. Pero antes hay que subir a la Peña Mata ... y vaya si mata... a punto estuvo de cobrarse dos victimas... Carlos va con lo último y yo... yo no se si quiera si voy con algo. Se trata de una subida larga y agónica, muy vertical que resbala debido a la gruesa capa de hojas secas. Tardaremos una eternidad en llegar al km 21...
Paramos un rato en el Faedo a tomar algo y a descansar un rato, si paramos un poco más no arrancamos, decidimos continuar.

Parece que está hecho, sólo queda el ultimo pico, llegar al cresteo de la Cruz, pero una vez más se nos hace eterno. El terreno es muy técnico, obliga a dar pasos grandes en ocasiones y la musculatura esta prácticamente al borde del colapso. Ya no quedan avituallamientos, sólo la meta. Subimos con un esfuerzo sobre humano a la cruz y allí quedarán dos responsables de carrera que van quitando las banderas, éramos los últimos, lógicamente. Uno de ellos recibe una llamada de teléfono, es Pablo Tejerina, y quién llama, Eduardo Flecha. Habíamos quedado para comer pero, a estas horas, ya habrá hecho la digestión, lleva dos horas y media en meta y anda preocupado como es normal.

Vamos todos juntos bajando con cuidado, sobre todo Carlos y yo, la bajada es complicada por la falta de fuerzas y lo técnico del terreno. Una vez abajo, sólo queda un tramo prácticamente llano y entramos en el pueblo entre vítores, aplausos y una enorme emoción.

Ya en meta nos colocan la medalla de finisher, han pasado más de 6 horas y media para hacer 28 kms y 4400m de desnivel, salimos 180 y apenas hemos terminado 139... uno de cada cuatro no ha logrado terminar y estamos contentos. A por otro reto más...














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